Buenos días y muchísimas gracias a todos los que nos acompañan el día de hoy.
Hoy amanecí con el corazón agradecido y recuerden que la gratitud convierte todo lo que tenemos en más que suficiente. Dios nos bendijo a todos por los 107 años de vida de mi Mama-Nila. Increíble. Una mujer alegre, bondadosa y de mucha fe. El mejor adjetivo para ella es excepcional, ya que tuvo una vida llena de propósitos y una vida para congraciarse con Dios.
Fue la mayor de 10 hermanos y los sobrevivió a todos. Fue madre de cuatro hijos maravillosos, abuela de cuatro nietos, bisabuela de 5 bisnietos, y tatarabuela de un tataranieto.
Casi todas las familias están compuestas de un padre, una madre, y los hijos. La mía estaba compuesta de mi papá, mi mamá, mi hermano, y mi mama-Nila. Donde quiera que fuéramos, ella siempre nos acompañaba. Los mejores recuerdos de mi infancia fueron el tiempo que compartí con ella. Para el resto del mundo, ella era una abuela más; para mí, ella era mi mundo. Su casa siempre estaba llena de sobrinos, primos, hermanos, nietos, y amigos. Todo el que la conocía aprendía a quererla.
En esta vida hay dos clases de personas: las que dan y las que reciben. Ella siempre dio. No solo fue una mujer amorosa y bondadosa, pero sus acciones del día a día glorificaban a Dios. A pesar de haber tenido una vida bonita, las circunstancias no siempre fueron buenas. Enviudó a una edad joven y perdió a su segunda hija hace 7 años. Creo que esto último es lo más doloroso en esta vida; ese dolor llena el corazón de cicatrices. Sin embargo, siempre aceptó la voluntad de Dios y su fe se mantuvo intacta.
Nuestros padres no solo nos dan la vida sino también nos cuidan, nos alimentan, y nos protegen. Nos enseñan lo que es el amor incondicional con hechos más que con palabras. Cuando envejecen, somos los hijos los que debemos de cumplir el cuarto mandamiento de las leyes de Dios: honrar a nuestros padres, y así fue. En los últimos meses, mi mamá, mi tío Abel, y mi tía Lucy le dieron los mejores cuidados a mi mama-Nila.
Ella se extinguió como una velita porque su cuerpo frágil por los años quería descansar en un sueño eterno. Hoy ella vela por nosotros desde el cielo.
Como dice la famosa escritora Isabel Allende: “La muerte no existe, la gente solo muere cuando la olvidan. Si puedes recordarme, siempre estaré contigo.”
Gracias a todos.
